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La formación permanente (Constituciones 262-263)
La vida religiosa es un proceso de continua conversión, que no acaba en los años de formación, sino que debe mantenerse y acrecentarse cada día más[1]. En relación a nuestra tarea pastoral esta formación es un acto de justicia verdadera y propia para con el Pueblo de Dios, que nos exige siempre la respuesta más adecuada[2].
La formación permanente reviste cuatro dimensiones: la humana, la espiritual, la intelectual y la pastoral, y no conoce límites de edad y situación.
[1] Cf. FIR, 66-68; CIC, c. 661.
[2] Cf. PDV, 70.
Por esta razón queremos ofrecer en este espacio material de formación de calidad para los misioneros, especialmente para aquellos que se encuentran en lugares donde el acceso a los recursos formativos es más difícil.
Bienvenido y que disfrute de este espacio.