Guárdate, sobre todo, de los malos libros; por nada del mundo te seduzcan ciertas obras muy admiradas de los cerebros débiles que hacen gala de ponerlo todo en duda, de menospreciarlo todo y de burlarse de toda norma tradicional. Búscate, por el contrario, libros de sólida doctrina, cristianos y espirituales, para recrearte siempre (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta a un joven, 1. c., p. 839).